El Diseño Hub restaura la utopía obrera

En Barcelona, a finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX, 50.000 personas vivían en barracas. La prensa local hablaba de la ciudad como «Barracópolis«. La preocupación ante esta miseria se agravó con la llegada a la capital de varias oleadas de inmigrantes provenientes del campo. Para intentar poner remedio a los problemas de insalubridad e inhabitabilidad provocados por el barraquismo, el gobierno de la ciudad empezó a construir las viviendas conocidas como «casas bajas» o «casas baratas«.

El debate sobre la vivienda digna y la responsabilidad social de las instituciones cogió un nuevo impulso durante la Segunda República. El 1933 Francesc Macià presidió la presentación del primero gran complejo de vivienda obrera racionalista de Barcelona, la «Casa Bloc«, al barrio de Sant Andreu. Los autores de este conjunto de 207 pisos divididos en cinco bloques fueron Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé y Joan Baptista Subirana, los representados más destacados del GATPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). La construcción de la Casa Bloc fue todo un acontecimiento. A.C., la revista de sus homónimos españoles,le dedicó una portada con la información siguiente: «Un concepto mezquino y miserable de la vida ha presidido la construcción de las viviendas obreras a nuestro país hasta ahora, y ha dado como resultado un mínimo inaceptable. La vivienda mínima puede tener pocos metros cuadrados de superficie, pero no se pueden excluir el aire puro, el solo y un amplio horizonte. Elementos que necesita todo hombre, de los cuales la sociedad no tiene derecho a privarlo«.

La Guerra Civil va entorpeció la finalización de la obra y su carga utópica – acabaron viviendo policías y militares-, pero el Diseño Hub y el Instituto de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona lo han renovado con la restauración de uno de los pisos, que estará abierto al público en enero.

Una arquitectura cálida y honesta

«Con la restauración no hemos querido hacer sociología, sino completar el ideal de los arquitectos«, afirma Rossend Casanova, el conservador del Diseño Hub que se ha encargado de coordinar la restauración. Después de eliminar las modificaciones que habían hecho los anteriores propietarios del piso, como por ejemplo cerrar la terraza, Casanova se encontró con el reto de localizar elementos originales para mantenerse fiel a «la arquitectura cálida, honesta y sencilla» de sus autores. La solución la encontró en los vecinos, que le proporcionaron la puerta de entrada y el pavimento, entre otros elementos. «Hicimos un llamamiento entre los propietarios otros pisos -recuerda Casanova-. Cuando encontrábamos un elemento que necesitábamos, lo intercambiábamos por otro de nuevo«. Los piso restaurado tiene 60 metros cuadrados distribuidos en dos plantas: a la planta baja hay la cocina, el lavabo, el lavadero y el comedor, y a la superior hay los dormitorios. El 2010 el «Institut Català del Sòl», propietario del edificio, ya restauró las fachadas y las cubiertas.