Cruento conflicto a la vista entre Israel e Irán

Un dron iraní, que se había elevado desde una base de la ciudad siria de Palmira, fue abatido por dos helicópteros de Israel cuando penetró en el espacio aéreo de este país. La respuesta fue el envío de la aviación israelí a atacar la base iraní, pero uno de los F-16 fue abatido cuando volvía, concretamente sobre Harduf, por un misil disparado desde Siria. Los dos ocupantes del aparato sobrevivieron, pero Israel encajó como un golpe mucho llevar el hecho que un avión de su fuerza aérea fuera tumbado por primera vez en décadas.

En la zona considerada la más peligrosa del mundo, la hipótesis de una confrontación directa entre la Irán e Israel despierta auténtico terror. Hace años que se palpa la posibilidad de una guerra entre los dos países. Para Israel el programa nuclear iraní es el peligro más grande de toda la región, porque un hipotético ataque nuclear sobre Israel sería casi imposible de parar –a pesar de que todavía nadie ha podido demostrar que el Irán tenga armas nucleares que pueda usar. Mientras tanto, Irán, en pleno conflicto con el Arabia Saudí, encabeza ahora mismo la línea más dura de todo el mundo islámico contra el gobierno de Israel. Ahora la retórica habitual del régimen iraní ya es algo más, después de haberse involucrado en el conflicto sirio.

Siria: una guerra mundial en pequeño

El conflicto de Siria empieza a asemejarse peligrosamente a una guerra mundial en pequeño. Si de primero era una guerra civil, hoy se ha hecho evidente la presencia de potencias extranjeras. Al conflicto que enfrenta –cuando menos– el régimen, la oposición, los curdos y el llamado Estado Islámico, ahora hay que añadirle la intervención de Turquía, la actuación iraní –más allá de su tradicional alianza con Hesbol·là en el Líbano y Siria–, la fuerte presencia rusa, la intervención de los Estados Unidos y la participación israelí, cuanto más va más evidente.

Desde el 2011 la guerra de Siria podía considerarse aquello que en el lenguaje militar se denomina ‘guerra proxy’, es decir, una guerra en que los contendientes no se enfrentan de manera directa sino mediante ejércitos o milicias interpuestas. Desde comienzo de año, aun así, se han ido sucediendo las intervenciones directas, primero de los Estados Unidos y después de Turquía e Israel.

Irán entró en la guerra para ayudar el presidente sirio  en la batalla contra los rebeldes, primero, y contra el llamado Estado Islámico, más tarde. Esta participación se ha consolidado y tanto las fuerces iraníes como los aliados de Hesbol·là mantienen ahora todo de bases en territorio sirio que incluyen aeropuertos –como los de Tias, al-Xairat o Damasco y todo–, instalaciones que preocupan muy especialmente el régimen israelí. Se calcula que hay unos pocos miles de militares iraníes en Siria, pero controlan milicias locales que podrían llegar a sumar unos veinte mil efectivos.

Netanyahu esconde la corrupción

El pasado domingo, en una conferencia internacional en Múnich, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, enseñó en público los supuestos restos del dron iraní abatido por su ejército. Hizo una intervención durísima contra el régimen de Teherán, afirmando que Israel no tendría ninguna duda a atacar la Irán si mantenía –dijo– las provocaciones constantes.

Para el primer ministro israelí el conflicto es una gran oportunidad de desviar la atención de los graves problemas que tiene en su país. La policía israelí lo ha acusado de dos casos de corrupción y ha pedido a los tribunales que lo encausen por soborno y fraude. Según la acusación, Netanyahu ha recibido 300.000 euros en regalos estos últimos diez años de manso de varias personas, en cambio de favores. El primer ministro de Israel niega vehementemente las acusaciones. El antecesor de Netanyahu, Ehud Olmert, tuvo que dimitir el 2006 por un caso muy parecido que lo llevó en la prisión.

La zona más delicada del planeta

La hipótesis de un conflicto entre el Irán e Israel es especialmente preocupante por la enorme complejidad del problemas que se encadenan. El Levante es ahora mismo el área geográfica donde hay más estados con armamento nuclear, enfrentados entre sí en conflictos diversos. Además de Rusia y la China, también Israel, la Irán, el Paquistan y el India tienen armamento nuclear y mantienen enfrentamientos cruzados. La presencia del llamado Estado Islámico supera también las fronteras estatales: va desde Libia hasta el Afganistán, que todavía se mantiene en guerra con la presencia de los Estados Unidos y más potencias occidentales. El conflicto entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, precisamente por el papel del Irán, ha calentado mucho los ánimos, como también la intervención turca en Siria, dirigida sobre todo a debilitar los combatientes curdos que luchan por un estado propio en Siria, el Irán, el Irak y Turquía. A la periferia hay una cadena de conflictos territoriales no directamente relacionados pero que añaden una gran tensión, como por ejemplo los de Crimea y Ucrania, el conflicto de Chipre –en qué Turquía hace un papel también determinante– y los de Chechenia y el Artsakh, en el Cáucaso.

Principalmente, el miedo que causa el conflicto entre Israel y el Irán es el miedo lógico de una guerra entre dos países que puede ser que tengan armamento nuclear, aunque lo nieguen –nadie duda que Israel tiene. Y a la vez hay el miedo del llamado ‘dominó’ de conflictos que podría desencadenar un ataque de gran escalera. Las posibles respuestas de la Irán y de Israel podrían forzar más estados a entrar en guerra y desatar frentes de conflicto que nadie sabe donde se podrían parar. Una perspectiva, por eso mismo, más que alarmante.